General don José de San Martín

Carta dirigida al General Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires:

« No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados ».

José Francisco de San Martín Matorras, Nació en Yapeyú, Argentina el 25 de febrero de 1778 ,su padre, don Juan de San Martín y Gómez, nació en la provincia de Palencia, España, y era teniente gobernador del departamento.

Sirvió como militar a la corona española y fue el primer teniente gobernador de la Gobernación de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú, creada para administrar las treinta misiones jesuíticas guaraníes, luego de que la orden fuera expulsada de América por el rey Carlos III en 1767.

Su madre, doña Gregoria Matorras del Ser, era sobrina de un gobernador de la Provincia colonial del Tucumán y conquistador del Chaco. Fue el menor de cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín Rafael y Justo Rufino.

En 1781, cuando San Martín tenía 3 años, la familia se trasladó de Yapeyú a Buenos Aires. Luego se mudaron a España, embarcando rumbo a Cádiz el 6 de diciembre de 1783. San Martín comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786.

Allí aprendió latín, francés, castellano, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.

En 1789, a los once años de edad, comenzó su carrera militar en el regimiento de Murcia, mientras estallaba la Revolución Francesa. Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán. En 1797 fue ascendido a subteniente, por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses, en 1793.

En agosto de ese año su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el Mediterráneo, se rindió.

Continuó luchando contra los franceses en el ejército de los aliados: España, Portugal e Inglaterra. Combatió a las órdenes del general William Carr Beresford – el mismo de las invasiones inglesas – en la batalla de Albuera.

En esas campañas conoció a Lord Macduff, un noble escocés que lo introdujo a las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur.

Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha por la independencia americana.

En 1811 renunció a su carrera militar en España.

Por intermedio de Lord Macduff obtuvo un pasaporte para viajar a Inglaterra, partiendo el 14 de septiembre de ese año para residir en el número 23 de la calle Park Road en el distrito de Westminster, en Londres.

Allí se encontró con compatriotas de la América española: Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido, entre otros.

Según algunos historiadores, aquellos formaban parte de la Gran Reunión Americana, sociedad de filiaciones masónicas, fundada por los Hermanos Masones Francisco de Miranda y Simón Bolívar, quien ya luchaba en América por la independencia de Venezuela.

En enero de 1812 San Martín se embarcó hacia Buenos Aires en la fragata inglesa George Canning. Fue recibido por los miembros del Primer Triunvirato, quienes le reconocieron su grado de teniente coronel.

El 16 de marzo le pidieron que creara un cuerpo de caballería, que llamó Regimiento de Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del río Paraná.

Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón.

Junto con Carlos María de Alvear, fundó a mediados de 1812 una filial de la Logia de los Caballeros Racionales, que rebautizó con el nombre de Logia Lautaro.

El nombre fue tomado del cacique araucano que se sublevó en el siglo XVI contra los españoles.

La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello.

Tuvo la noticia de la victoria del Ejército del Norte, comandado por Manuel Belgrano, en la batalla de Tucumán, cuando llegó en octubre de 1812, a Buenos Aires.

San Martín dirigió un movimiento preparado por la Logia, con el objeto de derrocar al gobierno, al cual juzgaban poco decidido por la independencia.

El 12 de noviembre de 1812, a los 34 años, contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada, de 14 años, a pesar de la oposición de la familia de ésta, quien lo consideraba un « soldadote ».

La primera acción militar de San Martín y su recién creado regimiento de granaderos a caballo, estuvo dirigida a frenar las incursiones de los realistas en las costas del río Paraná, principal afluente del Río de la Plata y vía de comunicación estratégica para la región.

Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al General Manuel Belgrano.

Desde su reciente cargo de Mayor General del Ejército Auxiliar del Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.

Fue entonces que el General concibió la idea, que luego realizaría con éxito, cruzar la Cordillera de los Andes y atacar la ciudad de Lima desde el mar.

Dejó brevemente el mando del ejército al general Francisco Fernández de la Cruz, retirándose a Saldán, provincia de Córdoba, para reponerse de una úlcera estomacal.

Allí mantendría conversaciones con su amigo Tomás Guido, en las que lo convencería de la necesidad de independizar la región desde Chile.

En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró Gobernador de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú.

El plan de San Martín había sido pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía destinado a ser desechado. Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante; sólo que primero tendría que liberar Chile.

El 20 de mayo de 1816, Tomás Guido presentaría un documento, su célebre « Memoria », al Director Supremo de aquel entonces, Juan Martín de Pueyrredón, en el que exponía con detalles el plan.

Pueyrredón aprobaría y mandaría a ejecutar dicho plan.

Cuando se formó el Congreso de Tucumán, presionó a los diputados cuyanos para declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816.

El coronel Álvarez Condarco se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de la Cordillera de los Andes.

Antes de iniciar la marcha, reunió a los caciques mapuches y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus tierras.

Alguno de estos caciques le hizo confidencias de esto al gobernador realista en Chile, Casimiro Marcó del Pont, por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el sur, lo que le llevó a dividir sus fuerzas.

Contrariamente a lo pretendido por Pueyrredón y sus partidarios, entró en correspondencia con José Gervasio Artigas y dedicó el esfuerzo bélico a las campañas emancipadoras en Chile y en Perú.

El 12 de enero de 1817 se inició el Cruce de los Andes en dirección a Chile.

El Ejército de los Andes fue uno de los dos grandes cuerpos militares que la provincia de Cuyo desplegó en la Guerra de Independencia Hispanoamericana; contó inicialmente con 4.000 hombres y 1.200 milicianos de tropa de auxilio para conducción de víveres y municiones.

El Ejército se dividió en seis columnas: cuatro secundarias, cuyo objetivo era distraer a las fuerzas enemigas y provocar movimientos favorables a la revolución en zonas alejadas de la capital, Santiago de Chile; entre ellas la dirigida por Ramón Freire hacia Chillán, que llegó unos días antes que las demás y convenció al gobernador realista que el ataque principal sería por el sur.

Las dos columnas principales, que concentraban el grueso del Ejército, eran comandadas por el capitán general San Martín.

Para acometer contra las tropas realistas asentadas en el actual territorio chileno, la primera debía atravesar la Cordillera por el paso de Los Patos, al mando del general O’Higgins.

La segunda columna estaba bajo el mando del general Las Heras, y debía marchar por el paso de Uspallata (actual Paso de la Cumbre), conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era considerado imposible por el camino más escabroso de Los Patos.

Las dos debían reunirse en el valle del Aconcagua, mientras que efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas, induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal.

El cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (Las Heras registró que cruzó el paso de la Cumbre, de 3.500 metros, ¡a las tres de la mañana!), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua.

Varias pequeñas batallas jalonaron el avance: Potrerillos, Achupallas y Las Coimas.

Las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler se reunieron el 8 de febrero en el Campamento de Curimón.

Ante las noticias del avance del jefe realista, Coronel Rafael Maroto, hacia las casas de Chacabuco, San Martín ordenó el avance y el 12 de febrero se libró la Batalla de Chacabuco.

El Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los realistas, y hubo 500 muertos y 600 prisioneros. Los patriotas tuvieron que lamentar sólo 12 bajas.

El gobernador Casimiro Marcó del Pont huyó hacia el sur, pero fue capturado por el capitán José Félix Aldao, de larga trayectoria posterior.

El 18 de febrero se convocó a un Cabildo Abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la Provincias Unidas del Río de la Plata sobre la autonomía de Chile.

Dos días después el cabildo nombra finalmente a O’Higgins como director supremo, designación que San Martín avaló.

Días después, San Martín ordenó a Las Heras que persiguiera a los realistas hasta Concepción, pero éste no pudo impedir que se atrincheraran en Talcahuano.

O’Higgins intentó capturar esa fortaleza, pero fue completamente vencido.

Y para peor, pronto llegaron refuerzos desde Perú para los realistas, al mando del ex gobernador Mariano Osorio.

Mientras tanto, San Martín viajó a Buenos Aires, a pedir más colaboración a Pueyrredón, que debería también formar una escuadra.

Bajo el mando de José de San Martín el ejército patriota gana definitivamente la guerra y, en abril de 1818 Chile es declarado libre.

El gobierno de Chile lo premia con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero el Libertador rechazó ambos regalos diciendo: No estamos en tiempos para tanto lujo.

Con la batalla de Maipú se obtiene definitivamente la victoria sobre las tropas realistas asegurando finalmente la independencia de Chile.

Luego de la emancipación chilena San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú.

Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos federales.

Entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército.

Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida de O’Higgins, ambos lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en Gran Bretaña, al mando de Alexander Cochrane.

El gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que navegaría bajo bandera chilena.

Finalmente San Martín fue designado Brigadier del Ejército de Chile, y posteriormente, Capitán General del mismo.

Finalmente, el 20 de agosto de 1820 partía San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú.

La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, pertenecientes al Ejército Libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1.600 eran marinos.

Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes.

La mayoría soldados y marinos eran chilenos; parte de los oficiales de tierra argentinos, y los jefes navales eran ingleses.

El 8 de septiembre, el ejército al mando de San Martín desembarcó en el puerto de Pisco haciendo retroceder al ejército realista, que se repliega a la Sierra.

El virrey Pezuela, jefe del ejército realista, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales la mayor parte defendía Lima.

Pezuela, tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, plantea a San Martín una salida diplomática al conflicto, que no llegó a ningún acuerdo.

San Martín se da cuenta de la astucia, y envía inmediatamente una división al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales hacia Lima, por la ruta de la sierra, para propiciar la insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto.

Los primeros días de noviembre, San Martín desembarca en Huacho, donde fortifica su posición e inicia su estrategia para sitiar Lima definitivamente.

Allí decide iniciar una nueva estrategia y envía dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur y otra al mando del general Arenales, hacia a la sierra.

San Martín deja Huacho y desembarca en Ancón, estrechando el cerco a Lima.

El alzamiento del regimiento realista Numancia, integrado por venezolanos, a favor de la independencia, le abre las puertas de Lima a San Martín, obligando a La Serna a internarse en la sierra, abandonando la ciudad el 5 de julio.

San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el día 15.

El 28 San Martín declara la independencia del Perú, y es nombrado Protector con autoridad civil y militar.

Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú a la cual donó su colección personal de libros y creó la Orden El Sol del Perú.

San Martín gobierna el Perú desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.

Durante su protectorado recibe una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador en el que reclama al batallón Numancia, unidad formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú en 1816 por Pablo Morillo, compuesta de venezolanos y neogranadinos que deseaban volver a Colombia.

San Martín se niega a perder la excelente unidad y en su lugar envía la división de Andrés de Santa Cruz, en su mayoría compuesto por tropas inexpertas, que participan en las batallas de Riobamba y Pichincha.

Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realiza la Entrevista de Guayaquil, donde se reúne con Bolívar, teniendo como tema principal la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica, cediendo a éste la iniciativa y conducción de la campaña libertadora.

Poco después decide retirarse de todos los cargos y volver a su país.

Carta a Bolívar

Lima, septiembre 10 de 1822

“He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos”.

José de San Martín.

Vuelto a Mendoza en enero de 1824, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma.

Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad.

Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.

No obstante, como la salud de su esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de 1823.

Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador.

Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela.

El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre, Francia.

Tenía 45 años y era Generalísimo del Perú, Capitán General de la República de Chile y General de las Provincias Unidas del Río de la Plata; luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París.

Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.

Durante los años en que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país.

En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París.

Su ex compañero de armas, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos, con una generosa paga.

Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.

Fechó su testamento en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce, embajador argentino en París.

Entre sus cláusulas establecía:

-Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento.

-Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.

-Que su sable corvo favorito, el de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, « como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. ».

-Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, « pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires. »

-Declaraba como su primer título el de Generalísimo del Ejército del Perú.

En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad costera de Boulogne-sur- Mer, y se establece en una habitación alquilada.

Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno.

Reconocido como Libertador de tres naciones, los americanos recuerdan y recordarán siempre de él, lo que está escrito en su tumba:

« Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador. »

El historiador Emilio J Corbiere, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales Nº 3, donde, el 6 de Mayo de 1808, le será otorgado el 3º Grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de Maestro Masón.

Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos.

En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado.

Mientras tanto, Simón Bolívar era iniciado por Francisco de Miranda.

Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el Grado 5º.

Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos María de Alvear y José Matías Zapiola funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro.

En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento.

Con el mismo nombre, Independencia, se funda en 1810 una nueva Logia, bajo las órdenes del doctor Julián Alvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro.

Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.

En una carta dirigida al General Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:

« No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados ».

La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas.

El General Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas.

En 1825, en Bruselas, San Martín recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana. Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería.